Las Recomendaciones de Jonkar Gartzia son compatibles con su tratamiento médico habitual.
Miembro de Cofenat Socio:13343

El Psoas: el lugar donde el cuerpo guarda lo que la mente no pudo sentir.

El Psoas: el lugar donde el cuerpo guarda lo que la mente no pudo sentir.

El Psoas: el lugar donde el cuerpo guarda lo que la mente no pudo sentir.

Hay personas que no tienen solo dolor lumbar.
Tienen una historia apretada por dentro.

Van al fisio.
Les descargan, les ajustan, les alivian…
y a los días el dolor vuelve.

Pero lo que vuelve no es solo el dolor.
Vuelve el cansancio sin explicación.
La respiración corta.
El nudo en el vientre.
La sensación de estar “en guardia” incluso cuando todo está en calma.

Te dicen que es lumbalgia.
El cuerpo, en silencio, dice otra cosa.

No es religioso.
Es profundamente humano.

Hablamos del Psoas.

El Psoas no es un músculo más

Es una bisagra vital.

Nace en lo profundo de las vértebras lumbares, cruza la pelvis y llega hasta el fémur.
No lo ves.
No lo tocas fácilmente.
Pero organiza tu postura, tu caminar y tu forma de estar en el mundo.

Es el único músculo que conecta directamente el tronco con las piernas.
Arriba: respiración, corazón, voz.
Abajo: suelo, impulso, avance.

El Psoas es el puente.

Cuando está libre, el cuerpo fluye.
Cuando está tenso, todo se defiende.

El miedo no vive en la cabeza

Vive en el cuerpo.

El Psoas está íntimamente ligado al sistema nervioso primitivo.
No piensa.
Reacciona.

Ante peligro, real o percibido, se contrae para proteger las vísceras y prepararte para huir.
Es la postura fetal.
Es el reflejo de supervivencia.

Antes era un león.
Hoy es una conversación pendiente.
Una deuda.
Un correo.
Un “no puedo más” que nunca se dijo.

El problema no es el miedo.
El problema es no salir corriendo nunca.

El cuerpo se prepara…
y se queda ahí.

La tensión que no se completa se cronifica

Un Psoas en alerta constante:

Tira de las vértebras lumbares → dolor profundo y persistente

Aplasta la zona baja de la espalda → rigidez, hiperlordosis

Bloquea la cadera → pasos cortos, falta de fluidez

Afecta al diafragma → respiración superficial, ansiedad


No estás “mal”.
Estás protegiéndote desde hace demasiado tiempo.

Respirar mal no es un fallo

Es una señal.

El Psoas y el diafragma están unidos por la fascia.
Cuando uno se tensa, el otro lo sigue.

Si el Psoas vive en alerta, el diafragma no baja.
Y si no baja, el cuerpo interpreta:
“Todavía hay peligro”.

Así se crea el círculo:
dolor → tensión → respiración corta → ansiedad → más tensión.

No es psicológico.
Es neurofisiológico.

¿Por qué a veces lloras al estirarlo?

Porque el cuerpo recuerda.

Cuando el Psoas se suelta, no solo cede un músculo.
Cede una postura interna.

No es drama.
Es liberación somática.

Emociones que nunca tuvieron espacio para sentirse
encuentran salida cuando el cuerpo deja de defenderse.

El Psoas no guarda traumas.
Guarda adaptaciones.

Liberar el Psoas no es forzarlo

Es darle seguridad.

Zancada baja consciente
No empujes. Quédate. Respira. Deja que el cuerpo confíe.

Descanso constructivo
Boca arriba, rodillas flexionadas. Nada que hacer.
El sistema nervioso necesita señales de “ya pasó”.

Respiración abdominal lenta
No para relajarte.
Para habitarte.


El Psoas no necesita más fuerza.
Necesita tiempo, calor y presencia.

Cuida tu Psoas

No solo sostiene tu cuerpo.
Sostiene cómo atraviesas la vida.

Y cuando se relaja,
no es que el dolor desaparezca sin más…
es que el cuerpo deja de luchar.

Aviso importante:
Si el dolor es agudo, irradiado o neurológico, descarta patología médica antes.
La conciencia corporal no sustituye al diagnóstico, pero sí lo complementa.

Posdata
Recomendaciones compatibles con su tratamiento médico habitual.
Jonkar Gartzia
Miembro de COFENAT – Socio nº 13343

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JONKAR GARTZIA&MASAJEMOCIONAL