
Desde la visión de Jonkar Gartzia — El masaje emocional del alma
No puedes verla.
No puedes tocarla.
Pero hay instantes en los que te envuelve
como unas manos antiguas que recuerdan tu verdad
mucho antes que tu memoria.
El alma no trabaja con piel,
sino con esa sustancia interior
que vibra cuando no estás pensando.
Es un masaje emocional que ocurre en dimensiones
donde no existen músculos,
solo significados que respiran.
A veces llega en un sueño que te deja temblando,
otras en una melodía que te desarma,
y otras en un silencio tan hondo
que parece amasar tu espíritu desde dentro.
Jung habló de símbolos.
Yo digo:
son presiones suaves del misterio,
maniobras invisibles que deshacen nudos
que nunca supiste que tenías.
El río que aparece en tu interior
es un drenaje del alma.
El fuego es calor para tus zonas congeladas.
El ave que sube es tu respiración ancestral
recordándote que aún puedes elevarte.
No son metáforas,
son técnicas de luz.
Cuando un símbolo te conmueve sin explicación,
eso es el alma
reacomodando tu arquitectura emocional,
enderezando lo torcido,
liberando lo estancado
sin pedir tu permiso,
solo tu escucha.
Ella no quiere que la interpretes:
quiere que te entregues.
El alma es el terapeuta secreto,
la mano que no existe
pero te sostiene.
Jung dijo que media entre lo consciente y lo eterno.
Yo susurro:
el masaje emocional del alma ocurre cuando lo eterno decide hablar con la delicadeza de una caricia.
Así que no preguntes si puedes oír lo que no se dice.
Pregúntate:
¿Te atreves a dejar que lo eterno te toque?
© Jonkar Gartzia — Obra simbólica inspirada, no oficial
